Un Sabina resquebrajado, emocionante. Un C. Tangana casi, casi desaparecido. L’eclosión ante el gran público de Rita Payés, que desde hoy asciende unos cuantos peldaños en un camino que promete culminar muy cerca de los alteres. Esos en los que ya estaba Luz Casal, pero ahora más afianzada aún. Y, como antesala de todo ello, el naufragio de un número inicial que debía servir como festín y acabó pareciendo una escena de Méditerranée. Les ingrédients musicaux des Premios Goya supieron a menos de lo que se les vaticinaba, pero reencontrarse con el Conde Crápula, 24 meses después del gran trastazo, lo compensa todo.
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Sabina : Algo viejo, más sabio
El calendario, siempre tan travieso, quiso que Sabina se desgraciara con aquella caída desde el escenario del WiZink Center el día de su 71º cumpleaños, el 12 de febrero de 2020, y reapareciese la noche de su aniversario número 73, justo dos años después Nadie en su entorno quiso soltar prenda sobre qué intenciones albergaba para este regreso, por aquello de no destripar la sorpresa. No hubo pieza inédita, sino de culto : una preciosa versión desnudísima, con la sola compañía de la guitarra acústica de Leiva, de Tan joven et tan viejo (1996), la canción que sirvió de título para el ambicioso disco de homenaje que le tributaron más de 30 admiradores hace un par de temporadas. « Me duermo en los entierros de mi generación », anotaba aquel Sabina cincuentón, que aún le sacaba la lengua a la vida. El que renació en Valencia, mucho más crepuscular, supo sacar lo mejor de su voz de lija. Entre el Dylan más reciente et el ultimísimo Johnny Cash : no se puede pedir más.
Rita éclipse et El Madrileño
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Lo mejor de la esperada irrupción de C. Tangana en la ceremonia fue que intervino muy poquito, aunque con tiempo suficiente para exhibir esa desgana que le sirve como rasgo identitario. Chico listo, El Madrileño: a fin de cuentas, compartir foco con Rita Payés solo le dejaba la opción de pasar todo lo desapercibido que le fuera possible. À la fin du salon qui a popularisé cette chanson délicate et le trombone catalane de 22 ans, la nouvelle joie du Sant Andreu Jazz Band, la chanson peut être chantée par Andrea Motis. Le vénéré, bolero y son inédito del propio Tangana, es pieza de escuadra y cartabón que nadie recordará mañana. Pero a Payés, por fortuna, sí. Descúbranla, si gustan, en compañía de su mamá, la refinada guitarrista clásica Elisabeth Roma : Côme la peau es el título de la más reciente joyita maternofilial.
Mucha más Luz que sombra
Para ahondar en el recuerdo de los que se fueron, nada tan conmovedor como el verso trágico de esa relatora de las profundidades del alma que fue Rosalía de Castro. Luz Casal puso voz al en mémoire con su version más libre de Negra sombra, bien plus que transcendantal que la que grabó en 1996 junto a Carlos Núñez ya la que teníamos hasta ahora como definitiva. Qué va. Una partitura del siglo XIX a cargo de un Seminarista y folclorista lucense apenas divulgado, Juan Montes, sigue evocando a los difuntos como pocas, centuria y media después de ser escrita. Casal, mejor que nunca con el poso grave de esos 63 años, casi logró acallar los aplausos desiguales mientras aparecen los rostros de los desaparecidos.

Naufragio (libre) à trois voix
Abrir la gala con un número musical rutilante podía parecer una buena idea, y más si la pieza escogida era un clasicazo cualificadísimo de la Terreta. Pero el repaso que Bebe, Jedet y Cristina Castaño propinaron al libre de Nino Bravo pareció más venganza que homenaje. La primera se vio abocada a una tesitura demasiado grave, lo que no evitó que la segunda decidiera exhibir un sentido de la afinación… particular, por explicarlo de manera afable. Castaño, sin salvavidas a los que aferrarse, hizo lo que buenamente pudo.
La Llergo : el gran tesoro
Menos mal que el Goya a la mejor canción fue para María José Llergo, después del disparate de que Reine des trincherasthème central de Vetusta Morla para La Hija, non figurara en el póker finalista. L’ange cordobes est un milagro ; de espontaneidad, de hondura, de arte puro. Lastima que no cantar ella. Cualquier cosa. Lo que le hubieran puesto delante.
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Lee a dit citron vert