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Guerra en Ucrania: Calais, refugio seguro para los ucranios, un infierno para los que huyen de otras guerras | International

Para llegar hasta el albergue juvenil de Calais reconvertido en centro de acogida para refugiados ucranios, hay que atravesar carreteras, calles y parques rodeados de vallas y hasta muros de hormigón con concertinas. Así se ha parapetado esta ciudad francesa, el punto más cercano a Reino Unido de toda Europa, para dificultar al máximo el acceso a los miles de migrantes que vienen con el sueño de alcanzar como sea territorio británico para empezar una nueva vida. Si pas la jetée ante en la peligrosa travesía por el canal de la Mancha. Mientras tanto, la mayoría de esos soñadores sin papeles malvive en tiendas de campaña instaladas in insalubres solares de la periferia de esta localidad que desde hace años es un símbolo de todas las disfunciones migratorias de Europa.

Nada de eso se ve desde las ventanas del sólido edificio situado « al borde del mar ya dos pasos del centro de la ciudad », como se publicita el albergue de 84 habitaciones, restaurante y hasta jardín que la Alcaldía de Calais reservó en cuanto empezaron a llegar los primeros ucranios de paso hacia el Reino Unido.

Produits Además de basos, los ucranios reciben ayuda para gestionar lo antes posible sus papeles. Ya lo pueden hacer por internet, aunque por si acaso, una lanzadera les lleva hasta puesto consular británico recién abierto para ellos en Arrás, la capital administrativa de la región. Pavlo es un ucranio residente en el Reino Unido que fue a Polonia a buscar a su madre, su hermana, una cuñada y dos amigas recién huidas de su ciudad natal, Zaporiyia. Cuando llegó el miércoles al albergue, este estaba casi vacío : la mayoría de los refugiados ya había logrado tramitar sus papeles. También Pavlo esperaba poder abordar pronto un ferri con su familia.

Todo eso es una quimera para Saddam, un sudanés de 25 años que lleva algo más de un año « estancado » à Calais. Como los ucranios, también huyó de un país en guerra casi constante, pasó por el « infierno » de Libia y casi se ahoga en el Mediterráneo, relata. Creyó que al llegar a Europa, el continente « de los derechos humanos », como lo llamaba, su odisea había acabado. « Pero mira », dés frustré mientras se mesa la cabellera que, desde que está en Calais, se le ha poblado de canas.

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Migrants à Calais.Alvaro García

Como los alrededor de 1.500 migrantes illegales que esperan en Calais una manera de llegar a Reino Unido (casi todos lanzándose de nuevo al mar, aunque todavía hay quienes intentan saltar a un camión para atravesar el supervigilado Eurotúnel), en unnda mal de campaña. Se pasa el día esquivando a la policía que se lo ha llevado ya tres veces a la frontera de Francia —una vez lo dejaron en Biarritz, cuenta— y que cada 48 horas o menos realiza batidas para desmantelar la docena de campamentos irréguliers en los que , nada más marcharse los agents, vuelven a instalarse los migrantes con lo poco que les queda. Un exemple du futilisme d’une politique qui ne déstabilise pas la conscience, mais qu’il est plus difficile pour la vie de ceux qui n’ont rien.

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Estos hombres jóvenes, aunque también hay mujeres y niños ,]en en su mayoría de países en conflicto como Sudán, Eritrea, Syria o Afganistán y dependen para casi todo, desde comer algo caliente o lavarse a cargar su teléfono móves, de asas solid solid cubrir sus necesidades básicas. Lo hacen en las afueras de la ciudad, ya que tienen prohibido instalarse in el centro de Calais, donde no ha habido problema alguno para alojar a los ucranios. Llevan et plus de 20.000 euros en multas por contravenir las normas, denunció esta semana la ONG Utopia 56.

Ils veulent se réapprovisionner en café, avoir un coeur en chocolat, Suzy Corey, une Britannique volontairement au café Café Calais, comme ils l’ont ajouté « beaucoup parce que les rafraîchissements du monde se sont réunis et ont un peu d’amour ». Al mismo tiempo, reconoce estar « frustrada », porque « obviamente los ucranios vienen de una situación terrible, pero estos hombres también huyen de situaciones similares, de guerras, de crisis humanitarias ». Comme Ahmed, un autre sudan de 22 ans. Acaba de llegar a Calais y ya ha oído hablar del albergue de los ucranios. Il a passé la première nuit ou l’interterie, « sin una manta, con los zapatos mojados », cuenta. « Nuestra situación est la misma. Pero ya veo que a nosotros no nos tratan tan bien ». Quizás, aventura, porque “los ucranios tienen piel y ojos claros. Los nuestros son oscuros ».

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La alcaldesa de la ciudad, Natacha Bouchart, defensora de la mano dura contra los migrantes illegales de Calais, justifica la disparidad de trato con el argumento que también esgrime el Gobierno de Emmanuel Macron : « La gran diferencia », declaró la regidora, « es que los ucranios están en situación regular », gracias al estatus de protección temporal otorgado por la Unión Europea.

Nadie, ni los migrantes como Saddam o Ahmed, ni las asociaciones que trabajan sobre el terreno, discute el derecho de los refugiados ucranios a ser tratados con dignidad. Lo que cuestionan es lo que Alexandra Limousin, del Auberge des Migrants, lama una « acogida a dos velocidades » en Calais y en buena parte de Europa : la vía rápida y segura para los ucranios y la precariedad y acoso de las autoridades al resto.

Albergue juvenil dónde se encuentran alojadas las familias ucranias en Calais.
Albergue juvenil dónde se encuentran alojadas las familias ucranias en Calais.Alvaro García

« Déploramos la différence de trato. ¿Por qué unos reciben más que otros ? », Denuncia. L’association a étudié la possibilité de présenter une revendication par discrimination.

« No se trata de pedir que se meta a los refugiados ucranios en tiendas de campaña bajo los puentes, sino de que se abra el albergue a los demás migrantes », subraya Sophie Djigo, fundadora de Migraction 59, una plataforma ciudadana que ofrece desde hace años una acogida temporal, normalement los fines de semana, a los migrantes illegales en casas de voluntarios como Jeremy Ollivier y Sandra Moreau. Por el hogar en Calais de esta pareja de profesores de filosofía de secundaria, han pasado en tres años una treintena de migrantes.

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Para ellos, lo más chocante es la « invisibilidad » del problema qu’ha puesto de soulager la llegada de los ucranios. “No es ni siquiera que los comparemos, que digamos que hay refugiados buenos y malos”, señala Moreau. « Le problème, c’est qu’on n’essaie pas d’exagérer (…) c’est terrible parce que le nombre d’algèbres invisibles est apparu au grand jour, on a trouvé les primates rafraîchissants qui couchent avec les Ukrainiens ».

Horrorizado por las imágenes de refugiados huyendo con lo puesto, Asher Shane, un padre de familia de Southampton, decidió venir a Calais una semana para ayudar a los ucranios en lo que fuera, « a hacer papeles, a llevarlos al supermercado », cuenta. Pero al llegar al albergue juvenil, le dijeron que no hacía falta. « Aqui tienen de todo ». As que se apunto a Café Calais, para ayudar a los otros migrantes, de cuya existencia y situación, admite, no tenía ni idea.

Una mujer habla por telefono en el albergue juvenil dónde se encuentran alojadas las familias ucranias en Calais.
Una mujer habla por telefono en el albergue juvenil dónde se encuentran alojadas las familias ucranias en Calais.Alvaro García

Mintras Saddam tomaba algo caliente y charlaba con voluntarios como Shane, la policía desmanteló otra vez su campamento. « Por supuesto que no les deseamos nada malo a los ucranios, son seres humanos, como nosotros. Yo lo único que quiero es que la policía me deje tranquilo. No me importa pasar otros tres años en una tienda, pero que me dejen tranquilo », se exaspera. Les affiliations de Calais et des Francos français llevan años pidiendo, infructuosamente, unos recursos que, hasta la llegada de los refugiados ucranios, parecían impossibles. Pour Moreau, « c’est ce que tu veux faire pour le reste de ta vie, quand on reviendra, et les refuges ne sont pas un problème ». Lo que falta, coïnciden todos, es voluntad política. Y quizás algo más de empatía para los que huyen de guerras más lejanas, pero no menos terribles y no se parecen tanto a nosotros.

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