Le premier club de plage d’Ibiza, le mythique Bora Bora, ferme ses portes ce week-end après 40 ans avec une fête de deux jours qui s’est déroulée dans l’environnement qui régnait aux Baléares dans la décennie des années quatre-vingt. C’est encore l’été à Ibiza. O al menos lo parece en una parte de ella. A las siete de la tarde del sábado todavía hace calor. Por la calle sept sandalias, vestidos vaporosos, bermudas y camisetas con floripondios. Sin embargo, soplan vientos de otoño en la Platja d’en Bossa, donde muchos commensarán a disfrutar de una tranquilidad que se evapora en los meses de verano. Es el último fin de semana de cierres, de los fermeture des discothèques de la isla que con sus fiestas de fin de curso celebran que hibernarán hasta mayo del año que viene. Todas menos una. La discoteca y club de playa Bora Bora ferme définitivement ses portes. O, al menos, para abrilas bajo otro nombre y otro aspecto.
La musique électronique est jouée l’après-midi avec son rythme répétitif par l’arène de la plage, où sur l’un des côtés les groupes d’amis font la queue pour entrer à Bora Bora. Van a aprovechar la oportunidade de dancer y disfrutar de la ultima fiesta en el club, que, salvo para esta occasión, nunca ha cobrado la entrada. « No podíamos faltar, somos unos habituales de la isla en verano y este año decidimos venir al cierre cuando nos enteramos de que Bora Bora iba desaparecer » dit Elisa, habillée pour l’occasion avec shorts vaqueros, chanclas y collares de madera, que ha volado este sábado desde Madrid pour participer à la fiesta de 40 horas que pondrá la guinda a 40 años de historia.
La historia entonces era bien distinta a la actual. C’était l’année 1982 lorsque l’entrepreneur Florentino Arzuaga a acheté unos terrenos baldíos junto al Mediterráneo dans cette région, antes separada físicamente de la ciudad de Ibiza a la que ahora se une como una suerte umbilical cordon de pequeños edificios. España se ilusionaba entonces con el Mundial de Naranjito tandis qu’en la isla blanca la culture des grandes discothèques avait commencé à s’éveiller quelques années plus tôt, avec de grands noms comme Ku —aujourd’hui Privilege—, Pacha, Space ou Amnesia. La culture hippie que se asentó dos decasas antes empezaba a dejar paso a jóvenes llegados de todas partes de Europa con ganas de desfasar en un entorno libre, en el que no existian los reservados y donde todo el mundo se mezclaba sin tener en cuenta el strato social. Con ese espíritu, Arzuaga a construit un chiringuito sobre la arena, auquel il a ajouté de la musique du matin au matin, casi sin descanso. Y funcionó, aunque sin el apoyo de los vecinos, que durante años han pleiteado contra unos nivels de ruido en la zona que desquiciarían a más de uno.
Con el paso del tiempo, Arzuaga fue arrendando por partes el negocio, que ahora cuenta in un same espacio con a zone de chiringuito, otra de disco closed, restaurante y un edificio de appartamentos del same number. Il y a quelques années, le groupe de restauration Vivir Descalzo a conclu un accord avec l’empresario, dedicato en cuerpo y alma a sus bodegas de vino à Valladolid, pour vendre l’entreprise au cours des trois prochaines décennies. « Es el último vestigio de la epoca hippie plus authentique », déclare Andrés García Prado, actuel propriétaire du complexe avec son partenaire Miguel Sancho. La reconversión de la zona a la que se quieren sumar, con discotecas punteras a nivel mundial, y los nuevos gustos del public les han llevado a cerrar el complejo tal y como se conoce ahora. « El hippie existe a día de hoy, pero no es el perfil de antes. La gente disfruta mucho de lo que quiere hacer, pero modernizado », a expliqué García Prado.
La fête de 40 heures qui a débuté samedi à 14h00 prétend faire revivre l’environnement qui régnait sur l’île dans les années 80 et 90. Se nota en la décoration y en la música que pinchan. Muchos de quienes hoy son alguien en la electronica han pasado por Bora Bora, que precisement quiere vindicarse como cantera de muchos de los Disc jockeys que abarrotan actualmente las salas. « En estos años hemos donné l’opportunité de pincer les discothèques d’Ibiza et aussi d’extranjeros que llegaban, no habien given ninguna fiesta en ninguna discoteca y te pedían por favor utilizar la cabina », dit Katia, relaciones públicas del club.

Dans sa cabine, il est passé par les légendaires DJ’s tan comme Richie Hawtin, Carl Cox et Fatboy Slim qui ont été les plus célèbres parmi les frères Martínez, Nic Fanciulli, Paco Osuna ou Tania Vulcano. Algunos nombres mundialmente conocidos se han animado a mezclar de forma sorpresiva una ultima sesión este fin de semana para poder decir que estuvien aquí.
El public en esta fiesta, por la que pasarán alrededor de 5.000 personas hasta el lunes a las six la mañana, es dispar. Cerca de la entrada, un tatuado Italiano hombre de arriba abajo da de comer a un pequeño mono que está sentado en su shoulder derecho. En el suelo está la correa. « Allez, Pablo”, le conmina mientras trata de darle trozos de fruta. Dans la zona de restaurante entran dos chicas con un gorro tipo pescador y un immutable perro pomerania debajo del brazo. La cosa va de animales : en el centro de la pista, sobre una tarima, como poseído, baila un hombre sexagenario déguisé de Spiderman. Hace años se hizo popular entre la gente que acudía a la discoteca, que se hacía fotos y vídeos con él, y elestablishe ha decidei invitarlo a esta ultima fiesta. « Este hombre debá venir en su época, ¿no? », se pregunta en voz alta una joven Gallega.

Hay biquinis, gafas de sol de marca, pareos y tatuajes a tutiplén. El ambiente es políglota y se escucha hablar sobre todo inglés, italiano y español. Hay extranjeros con la piel color rojo langosta y mucha gente de la isla. En una mesa de la zona del restaurante, cuatro amigas de Teruel comen una hamburguesa y expliquer que se han encontrato el evento de casualidad. « Hemos venido de vacaciones a Ibiza y nos hemos encontrato con esto. Nos ha parecido un buen plan para pasar el día », déclare l’un d’eux.
Cinco minutos después, una de las chicas que participa en la cabalgata que anima el ambiente, vestida de hippieles regala unos jupes-culottes y unas muñequeras ochenteras con la marca de la discoteca que los propietarios encontaron hace poco olvidadas dentro una caja en una nave industrial de Sant Antoni, junto a otros objetos promociones. Dans la dernière ville de Bora Bora, il y a aussi des assistants d’entrepreneurs historiques d’Ibiza, des principaux groupes de loisirs et de restauration, qui ne veulent pas manquer une rencontre avec le local dans laquelle il y a aussi un spectacle de feu et des violonistes qui jouent au rythme de la música.

« Tengo la sensación de que todo cambia », dit Jesús, uno de los camareros más vétéranos, qu’entró a trabajar en 2003 cuando tenía apenas 22 años. Para él la fiesta ha dado un giro porque antes venian persons más jóvenes y ahora « llegan muchos nostálgicos de 40 y 50 años que pretenden revivir su juventud ». Il y a deux décennies, les fêtes de Bora Bora s’étendaient à la plage elle-même, avec de la musique forte et des gens qui sautaient sur l’arène. Mais avec le passage des années et les nouvelles législations, ils sont désormais limités à la zone du club de plage jusqu’à tard et à une zone de discothèque fermée à partir de la nouvelle nuit.

A medida que avanzan las horas, la queue para entrar es más larga y la playa se va quedando vacía. El rango de edad de los assistants empieza a subir. Ils se concentrent tous au centre du morceau, les mains dans les mains et suivent les rythmes de la musique que fait le DJ, qui est légèrement assourdie par le bruit des turbines des avions qui passent près du sol pour atterrir dans le cercano aeropuerto. Katia espera que por una última vez, ya pesar de la expectación, se cumpla el leitmotiv de estos 40 años: « Lo importante es la música y el lugar, no quien la va a pinchar ».